domingo, 20 de noviembre de 2016

Aprendamos a votar

Después de un largo silencio de mi parte debido a que mi trabajo me ha tenido bastante ocupado (sí, soy de esas personas que trabajan para ganarse la vida), vuelvo a poner por escrito mis no tan humildes opiniones. Como estamos en año electoral, es inevitable que la política se vuelva el tema de conversación que domina en casi todo estrato social, al menos entre aquellos a quienes nos preocupa el futuro del país, así hasta la fecha hayamos hecho algo por él; porque partirse el lomo trabajando honradamente y pagar impuestos no es suficiente, y lamentablemente cumplir con el deber obligatorio del voto, tampoco hace mucho.

¿Por qué no hace mucho? Porque no sabemos votar, porque hemos convertido la democracia de un deber participativo, en una tarea delegada. ¿Y a quién se la delegamos? No a los más capaces, si no a aquellos que hayan hecho mejor campaña (lo cual quiere decir que gastaron más recursos, los cuales deben reponer, o tienen más favores que pagar), o a los famosos de pantalla a quienes los partidos políticos ofrecen escaños en la asamblea a cambio de unos cuantos miles de dólares para levantar las manos sin preguntas ni debates (porque hay quienes votan por las caras que reconocen en ese momento en la papeleta), o por el candidato de 1.83m de estatura y ojos verdes, quien dice lo que todos quieren oír, abrazando la idea del pseudo-socialismo, rebautizado como socialismo del siglo 21, hasta que resulta electo y se saca la máscara, la cual parece que también se le llevó algo de cabello. Hemos convertido la democracia en un concurso de popularidad.

Y aprender a votar, cuesta. Así como para ser presidente es requisito tener mínimo 30 años, uno no debería escoger tal dignidad hasta cumplir dicha edad, de manera que el presidente sea elegido por iguales. Yo admito mi culpabilidad y debo decir que fue de los que votó por Correa en las elecciones del 2006 porque no quería que Álvaro Noboa sea mi presidente. ¿Por qué? Básicamente porque Alvarito no es precisamente alguien que inspire respeto, no quería que Ecuador sea conocido mundialmente por tener un presidente que cause risa, además de que en nuestro país estamos acostumbrados a no confiar en la gente que tiene mucho dinero, pues ya posee el poder económico, y si encima le damos el poder político, no sabemos de lo que es capaz. Basado en esa sabia desconfianza, es que los estados tienen la desconcentración de poderes.

¿Por qué no sencillamente anulé mi voto? Porque Correa no me parecía tan mala idea en ese momento. A pesar de que también empezó a ofrecer demagógicamente soluciones de vivienda al igual que Alvaro Noboa para ganar votos, me pareció que la mejor manera de evitar la posibilidad de que Alvarito gane, era darle votos a su competencia. Estoy hablando de la lógica que apliqué para decidirme a votar por Rafael Correa en el 2006, cuando tenía 26 años. A los 26 años ya tenía 8 años trabajando, tenía mi título universitario, mantenía la casa de mis padres - en la cual aún vivía, tuve un par de temporadas de trabajo fuera del país, es decir, tenía mundo, había sido testigo de cómo funcionaba la política en otros países, y aún así, voté por el que en ese entonces consideré el mal menor. Al principio parecía que había votado por el candidato correcto, pero en el momento en que la Asamblea Constituyente se convirtió en el circo que todos vimos, empezando por el elefante blanco que construyeron para redactarla, y la apropiación de todos los poderes del estado (poder ejecutivo, legislativo, judicial, el supuesto control social), y además de pura suerte se volvieron los dueños del poder económico con los altos e injustificados precios del petróleo, nos ganamos un gobiernos todo poderoso que literalmente hace lo que le da la gana, cuando le da la gana.

Pero no puedo ser ciego y decir que el Ecuador es el mismo. Tenemos carreteras (a que ya habían escuchado esa), el sistema de salud público mejoró muchísimo (aunque no es perfecto), entre otras tantas obras. Pero la corrupción empaña todo lo realizado, usted escoja el caso que más le suene: uno de los más antiguos es el del ministro traga cheques, y lo mas fresquito, es PetroEcuador y CAPAYA. Adicionalmente, ¿sabía usted que el principal ente controlador estatal, la Contraloría General del Estado (CGE) tiene las manos atadas para evitar la corrupción, desde este gobierno? Anteriormente la CGE podía intervenir en cualquier proceso o contrato público, en cualquier momento, con las auditorías respectivas, para evitar la malversación de fondos públicos, sobornos, despilfarros, o cualquier otra cosa que pudiese surgir durante los procesos. Ahora, solo puede auditar y emitir informes posterior a que un proceso haya llegado a su fin. Es decir, la CGE no tiene capacidad ni autoridad para detener un delito flagrante, solo puede intervenir cuando el delito ha sido consumado, y los responsables han tenido tiempo de huir del país con todo el dinero mal habido. Y aparte, un poco más, y debe pedir permiso para realizar su labor.

Casos aislado, dirán los más optimistas. Recuerden que la elección del actual Fiscal General no fue precisamente transparente, y también salió salpicado en los Panama Papers, pero salió campante porque prácticamente él mismo se juzgó y se declaró inocente, y aquí no ha pasado nada. Y no es que tener inversiones en otros países sea un crimen, pero el mismo Rafael Correa fustiga a quienes han protegido su dinero - ya sea bien o mal habido - de esta manera. A fin de cuentas, la investigación no pasó a mayores, porque no hay quién la haga.

Y lo más reciente, fresquito, noticia aún en desarrollo y que no sabemos en qué va a terminar, es el de la ex-jueza que amenazó de muerte a los policías que la arrestaron por mala juma. Es verdad que ya no está en funciones - fue destituida hace poco -, pero dijo cosas muy graves, pasando por la oferta de muerte express (estás muerto en 30 minutos o te devuelvo tu vida), también habló sobre su ex-marido el mafioso, cuyas influencias la habían convertido en jueza. Dirán que estaba ebria, que no sabía lo que decía, pero... no conozco borracho mentiroso. Uno cuando está borracho dice lo que sabe, o su percepción de las cosas, pero parece que su capacidad para mentir desaparece, y mientras más habla, más se hunde. Si bien ya no está en funciones, sus declaraciones, así hayan sido ese penoso estado, deben provocar que el Consejo de la Judicatura revise las sentencias emitidas por dicha jueza, y vea si alguno tiene relación con su ex-marido el mafioso, a quien, por supuesto, deberían identificar y también investigar. Aunque probablemente dicha investigación no llegue a ningún lado, puesto que la susodicha es del partido de gobierno, incluso tiene fotos con los candidatos a asambleístas más temprano esa misma tarde, incluso con el mismo feo vestido. No hay ni cómo decir que hay montaje en las fotos.


Para finalizar, sobre este caso en particular, me ha sorprendido ver publicaciones, especialmente de mujeres, que piden respeto para la implicada, e incluso he leído argumentos sobre la ilegalidad de las grabaciones, puesto que fueron sin su consentimiento. No estoy seguro de si es feminismo o solidaridad de género, pero estoy casi seguro de que si hubiese sido un hombre el protagonista de este escándalo, nadie lo hubiera defendido.