viernes, 27 de octubre de 2017

Alianza País: Civil War

El partido de gobierno está dividido, partiéndose, resquebrajándose. Las acusaciones contra Jorge Glas provocan reacciones de todo tipo: lógicas, ilógicas, pensadas, viscerales, indignación, resignación, en fin, una serie de sentimientos encontrados, que no deberían tener lugar en la política, o al menos, en quienes dirigen el estado, desde las diferentes funciones del poder y organismos de control. Un tibio intento de juicio político a Glas en julio de este año por parte de la oposición no pasó del CAL (Consejo de Administración Legislativa, de mayoría oficialista), como era de esperarse, pero tenían que intentarlo. La comisión indicó que no habían suficientes pruebas, lo cual es discutible, pero no pasó de eso.

Parecía que Alianza País había salvado los muebles y todo volvía la extraña normalidad del correísmo, pero de repente, en la mañana del 2 de octubre, la fiscalía emite una orden de prisión preventiva contra Jorge Glas y su tío por la trama de corrupción de Odebrecht. Inconcebible según unos, justa y necesaria según otros, pero en Alianza País unos cuantos prefirieron guardar silencio, lo cual era lo apropiado, pues se trata de un proceso legal en la investigación de un delito, no opinar sobre un proceso abierto, del cual se desconocen todos los argumentos y pruebas, es lo sabio. Por supuesto, el loco del ático no tardó en manifestarse con un tweet, en el cual dice que respeta a la justicia, pero no entiende lo que hace la fiscalía tratando de argumentar pobremente en 140 caracteres el conocimiento de leyes que sus asesores (si aún le queda alguno) deben haberle compartido para parecer que sabe de lo que habla.

Ante esta situación, el atormentado Sr. Vidrio se da cuenta de que puede perder la vicepresidencia por ausentarse de sus funciones (las cuales igual ya no tenía), así que recurre a pedir 60 días de vacaciones (¿?) mientras se defiende. Lo normal sería que pida una licencia de 15 o hasta 30 días para evitar el abandono, pero 60 días de vacaciones, porque está preso, no tiene sentido. El detalle radica en que si bien Glas pidió sus vacaciones... estas no fueron aceptadas por su jefe, Lenín Moreno. Maravilloso.

Entonces se arma el bochinche. Lenín dice que no pueden ser vacaciones cuando el vicepresidente se encuentra imposibilitado de ejercer sus funciones por estar preso quién sabe por cuánto tiempo (es verdad), así que decide nombre a un reemplazo, en este caso, Alejandra Vicuña, militante de AP desde sus inicios, quien escaló rápidamente, siendo asambleísta electa del 2009 al 2017, hasta llegar a segunda mandataria sin necesidad de ganar elecciones. Es una carrera interesante. Y la mayoría oficialista de AP se divide; están quienes dicen que Jorge Glas está de vacaciones (que esté bronceándose en la cárcel no importa), y quienes dicen que Lenín estaba en su justo derecho de nombrar un reemplazo. Y unos cuantos tratan de ser conciliadores, mientras otros no saben si adoptar un bando, o mantenerse neutros.

Y pasaron los días, dos o tres semanas sin mayor novedad, poco a poco aparecen elementos de convicción, pero se siguen buscando las pruebas. Lenín lanza su consulta, y el Tribunal Constitucional aprueba las preguntas sin objeción alguna. Pero algunos asambleístas de AP y uno que otro político remanente del correísmo dicen que las preguntas 2 y 3 son inconstitucionales, y votarán por el NO. Y anuncian marchas, las cuales dijeron en su momento que eran para idiotas y ociosos:

Mientras esto ocurre, Lenín Moreno anuncia que más de 600 obras del gobierno anterior tienen problemas, ya sea en su contratación o ejecución, Andrés Michelena (actual Gerente General de Medios Públicos) anuncia que en la administración anterior la principal función de dichos medios fue la propaganda, llevándolos al borde de la insolvencia y la quiebra, una parte del bloque oficialista, encabezados por la actual vicepresidenta y algunos ministros, se reúnen para dar su total apoyo a Lenín Moreno, y una asambleísta firmó su apoyo a la solicitud de juicio político contra Jorge Glas. Uno diría que es la política de todos los días, que no debería de sorprendernos nada... ¡pero es AP contra AP! ¡La serpiente se está comiendo su propia cola! El partido de gobierno dejó de ser una organización hemónica (u ovejuna, si se prefiere) donde todos piensan lo mismo, y no sólo dicen lo mismo, sino que hasta han aprendido a expresarse igual, como si se tratase de una gran conciencia colectiva... ¡la gente está empezando a pensar por sí misma! Habrase visto...

En medio de todo esto, Correa acusa a Moreno de estar echando una cortina de humo para cubrir su ineficiencia, ya que no ha cubierto las promesas de campaña. Desde mi punto de vista, Moreno no debería hacer nada hasta tener bien claro qué país le dieron, ya que la analogía de la "mesa servida", al final, no aplicó. El mismo Correa incluso insinuó que Lenín era un hombre enfermo, estaba preocupado por quién podría subir en su lugar. Si me dejo llevar por la paranoia, para que Correa afirme eso, el objetivo era bajar a Lenín Moreno, poner a Glas en su lugar, y al momento de escoger un vicepresidente de una terna, el mismísimo Correa podía aparecer en la misma. Pero dejemos las suspicacias para después.

Y mientras se definen bandos, se agita el avispero, se escupe hacia arriba, y la mierda no termina de distribuirse adecuadamente desde el ventilador al que se la lanzó... la CGE destituye a Jorge Glas por responsabilidad administrativa culposa en la adjudicación de un campo petrolero. Dicho de forma fácil, el proceso de adjudicación mencionado tuvo irregularidades, y le provocaron un perjuicio al estado de aproximadamente USD 5.2 millones. El ahora ex-vicepresidente que vacaciona en la carcel tuvo 30 días para presentar sus pruebas de descargo, y no lo hizo, y el contralor subrogante Pablo Celi (a quien la asamblea está fiscalizando por solicitar una auditoría de la deuda contraída durante la década ganada), según las atribuciones que tiene como Contralor, ejecutó su destitución. La cereza del pastel.

Y todo esto, sin que la oposición mueva un solo dedo. He escuchado a una que otra persona decir que Lenín tiene un pacto con la derecha, lo cual ha facilitado todo esto (no le encuentro el sentido aún)... pero son demasiadas especulaciones para un solo artículo. Dejemos material para otro día.

lunes, 21 de agosto de 2017

La Metrovía y el espacio personal

Hay gente a favor y en contra del servicio de transporte masivo de Guayaquil, llamado Metrovía. Yo mismo no estoy seguro de si me gusta o estoy resignado, igual no es mi primera opción. Sigo extrañando la desaparecida línea 40, la cual justamente fue retirada para dar paso a la Metrovía.

Una de las cosas que me incomoda es que en hora pico, es casi obligado a compartir un metro cuadrado con al menos 3 o 4 personas, quienes no necesariamente huelen bien. Llevo algo de ventaja en esta situación porque soy algo alto, pero he visto situaciones en que a las mujeres, normalmente más bajitas, les toca viajar cobijadas bajo axilas sudadas, las cuales en el mejor de los casos están cubiertas por una camisa, pero suelen emanar cierta fragancia que recuerda a un perro caliente con bastante cebolla. Esta olorosa situación es agravada porque los genios del transporte público de nuestra ciudad decidieron que la mayoría de los pasajeros debía viajar de pie, apiñados, lo cual provoca que el aire dentro de las unidades se vicie, y no pensaron en acondicionadores de aire, siendo Guayaquil una ciudad caracterizada por su calor húmedo. Poco a poco intentaron corregir la situación, pero no alcanzó.


Otro problema que provoca el que la mayoría de los pasajeros viaje de pie, es la falta de espacio personal. Los buses suelen pasar tan abarrotados de gente, que suelo dejar pasar 2 o 3 unidades hasta encontrar una en la que creo que por lo menos podré respirar. A veces escojo bien, en otras ocasiones me ha tocado viajar apretado porque el tiempo no siempre me sobra. El poco espacio suele ser aprovechados por ladrones que trabajan bajo la modalidad de bolsiqueo, y no faltan los morbosos, hombres que aprovechan el poco espacio para puntear, manosear e incluso masturbarse sobre las pasajeras. No es exageración, varios casos han salido en las noticias.

Lastimosamente, a veces los empujones de la gente abriéndose paso y el vaivén de los buses al frenar o girar pueden provocar que las caderas de los hombres que vamos de pie se bamboleen con peligrosa inercia hacia los cuerpos de las mujeres que van de pie, o incluso hacia los rostros de las mujeres que van sentadas, así que yo normalmente evito pararme cerca de una mujer para evitar una situación incómoda y una potencial acusación de acoso por el solo hecho de tratar de permanecer de pie. Cuando no puedo evitar quedar cerca de una mujer, me ha tocado aguantar todo el peso de la gente a mis espaldas para no tocarla. Esto provoca que el viaje en ocasiones sea mucho más extenuante de lo que debería ser.

Pero no todos los hombres son tan cuidadosos con los efectos de la inercia en sus caderas, y al parecer, hay mujeres a las que tampoco les importa mucho, lo experimenté en carne propia. Hace algo más de 2 meses me subí en el carro trasero de un bus articulado al que le faltaban aún algunas personas para llenarse, y me arriesgué. No había mucho espacio para avanzar, así que me quedé parado y apoyado de espaldas en una de las barras verticales que están a los lados de las puertas, no molestaba a nadie, ni me molestaban, se puede decir que viajaba tranquilo, con la cara viendo al fondo del bus. Pero la tranquilidad no duró mucho.

Unas cuantas paradas más adelante se sube una mujer menuda de larga cabellera, en cuya existencia no reparé hasta que se paró frente a mí, dándome la espalda, cogida de una de las agarraderas colgantes que están en las barras horizontales, las cuales no proveen ninguna estabilidad. Supuse que la mujer en cuestión me caería encima con el primer frenazo, pasaría un momento vergonzoso, y me ofrecería las respectivas disculpas. Es increíble cómo puede uno equivocarse tanto tratando de predecir el comportamiento humano.

Primera frenada, y como supuse, la mujer me cayó encima, o mejor dicho, me embistió con sus generosas nalgas y algo de su cabello me pasó saludando... pero ella se limitó a rebotar, y no dijo una palabra. Supuse que la situación le dio tanta vergüenza que prefirió no decir nada y agarrarse mejor en la siguiente parada, pero no. Fui embestido de manera uniforme, repetida y constante en todas las paradas que me faltaban hasta llegar a mi destino, tal vez unas 6 más, sin contar las frenadas ocasionales. Y la mujer en mención, no se inmutó.

Llegué a mi parada, me bajé, y nunca pude ver más allá de su larga cabellera y sentir sus nalgas con mi cadera. Entonces me puse a pensar, ¿y si hubiera sido al revés, si era yo quien caía sobre ella de esa manera en cada ocasión que la inercia lo provocase? En el peor de los casos hubiese sido acusado de acoso o asalto sexual. En el mejor de los casos, hubiésemos intercambiado teléfonos. ¿Podría yo sentirme acosado o asaltado? Si hubiese sido al revés, ella podría acusarme de puntearla. ¿De qué la podría acusar yo... de nalguearme, de culearme? A fin de cuentas, fue la parte del cuerpo que ella usó en este supuesto ultraje. La verdad, pensaba titular este artículo como "Me culearon en la Metrovía", pero hubiera sido muy amarillista. Y no me estoy quejando.

¿Y usted, cómo cree que debí reaccionar, si es que acaso debí reaccionar?

lunes, 17 de julio de 2017

Indignación


Soy de las personas que por comodidad pagan sus servicios básicos con débitos automáticos a una tarjeta de crédito, y todo funcionaba con normalidad hasta el mes pasado. Este mes noto que a pesar de que me llegó una factura de electricidad por $13.81, me debitaron un valor de $115.45. Supuse que era un error, así decidí ir a CNEL a averiguar qué ocurrió, y aclarar lo que fuera necesario.

Acudí el miércoles 12 temprano en la mañana. No había fila, así que apenas me dieron el ticket de turno, me llamaron. Explico mi caso a quien me atiende, le enseño mi factura de la luz, el débito desproporcionado en mi estado de cuenta, y procede a revisar qué ocurrió en el sistema. Entonces me entero de que CNEL, por los bajísimos consumos de energía que yo registraba desde abril del año pasado (en ese mes volví a vivir solo), cambiaron mi medidor en diciembre, sin avisar, y en junio  de este año emitieron un informe indicando que dicho medidor había sido adulterado, así que procedieron a cobrar una diferencia correspondiente a la diferencia entre mi consumo histórico y el consumo registrado entre abril y diciembre, y encima, una multa por el robo de luz.

Entonces me indigno con el joven quien me atiende, sin que él tenga la culpa. Que el medidor haya estado dañado y me cobren un proporcional equivalente al consumo no registrado, lo acepto. Pero que decidan que yo había adulterado el medidor, y esté registrado en el sistema como ladrón de luz, eso es intolerable. Vivo solo, paso todo el día en el trabajo, por temporadas paso varios días fuera de la ciudad, todos mis focos son ahorradores, no tengo acondicionadores de aire, cocina de inducción, ducha eléctrica, ni calentador de agua, ¿para qué rayos necesito robar luz?

Algo de contexto: el año pasado, para abril, recibí una factura de luz en $0, supuse que era un error, así que fui a CNEL a averiguar qué ocurría, y para pedir una inspección, en caso de que justamente vayan a creer que estaba robando luz. Entonces me dijeron que el mes anterior no pudieron hacer la lectura del medidor por falta de acceso al cuarto de medidores, y me cobraron el equivalente a un promedio histórico, pero este promedio histórico sobrepasaba 2 o 3 veces mi consumo real, debido a que volví a vivir solo en ese mes, así que lo abonaron a la deuda de los meses posteriores. Todo aclarado, tenía sentido. De todas maneras, aproximadamente un mes después, fue una cuadrilla de CNEL a inspeccionar mi medidor, pues el bajo consumo se les hizo extraño. En ese momento yo estaba trabajando, y lo único que podría consumir era la refrigeradora, la cual normalmente tengo en potencia baja, y el motor se apaga cada cierto tiempo para mantener la temperatura. De la visita tengo conocimiento porque el administrador me puso al tanto, y según me dice, no encontraron nada malo en el medidor, y querían hacer una inspección del domicilio, pero por supuesto, no había quién les abra. Nada de qué preocuparse, supuse yo.

Un año después de estos acontecimientos, a pesar de que yo les avisé que mi medidor registraba consumos muy bajos y les pedí que hagan una inspección, 6 meses después de dicha inspección recién me cambian el medidor y me acusan de robo. Pido una copia del informe para poder poner un reclamo... y no están autorizados a dármelo. Es un documento público en el cual me acusan de ladrón y determinan mi culpabilidad sin notificarme, sin derecho a defensa, en el cual el medidor dañado después de una negligente inspección se determinó que fue adulterado por mí. Lo tienen en pantalla, me lo enseñan, pero tengo que hacer un trámite para pedir una copia de dicho informe, al otro lado de la ciudad, para posteriormente con dicho informe, poner un reclamo. Encima no sé cuánto de lo cobrado es el proporcional de lo no facturado, lo cual considero justificable, ni cuánto corresponde a la multa. Les pregunto por qué no fui notificado de nada de esto, y me dicen que no están en obligación. Y si no tuviera el débito automático, recién entonces me hubieran emitido una notificación y recargado los valores mencionados en mi siguiente factura. O sea, todo está a favor de ellos, pues supuestamente ellos son los afectados. ¿Y los derechos del consumidor?

Por un contacto en CNEL me entero de que se presentan muchos reclamos de este tipo, al punto que la Defensoría del Pueblo se ha visto involucrada, y solo al llegar a dicha instancia, CNEL admite su error y los valores cobrados se devuelven en forma de notas de crédito a las siguientes facturas. Es que lagarto que traga no vomita. CNEL es una institución que todos los diciembres me sube la cuenta de la luz a pesar de que yo no pongo ni una luz navideña, y curiosamente entre marzo y abril se suele presentar otro ligero incremento... coincidente con los décimos.

En fin, en este punto estoy decidiendo si vale la pena gastar tiempo, y algo de inevitable dinero, en reclamar esto. No es que me sobre el dinero, pero tal vez el valor de la multa no valga la pena. Pero que me acusen de ladrón, por un defecto de fabricación del medidor, y no perder dinero ellos, eso no estoy dispuesto a aceptarlo.

jueves, 13 de julio de 2017

Frustración

Viernes 30 de junio, 2017.

Un mensaje de WhatsApp me despierta a las 08:00. Curiosamente había dormido tan profundo que no escuché la alarma de las 07:00, tal vez gracias a una cerveza casual que había bebido la noche anterior. Era un cliente, indicándome que un recurrente problema de rendimiento del servidor se había presentado desde temprano esa mañana. Me dispongo a revisar el problema conectándome al servidor del cliente desde mi laptop personal, la cual estaba en la mesa del comedor... estaba.

Hurto
Aún medio dormido se me hace extraño no ver mi laptop personal en su lugar. Entonces dudé un poco y pensé que tal vez la había dejado en la mesita que tengo en mi dormitorio, el otro lugar usual para mencionado equipo... nada. Vuelvo a salir, avanzo a la sala-comedor, y me encuentro con el panorama completo: la puerta de entrada entreabierta, cosas fuera de lugar, billetera sin dinero, solo con papeles y tarjetas. Tampoco estaba la maleta de la laptop, pero el cargador de la misma estaba aún conectado. Pensé que había dejado la puerta mal cerrada y alguien se aprovechó de eso, hasta que me fijo en la ventana lateral de la sala: abierta, cuando dicha ventana permanece cerrada desde que los grillos fuera de estación decidieron que mi casa era un lugar confortable para su especie. Me acerco, veo marcas de zapatos en la pared, me asomo, marcas de zapatos afuera. Lo más impresionante es que el ladrón tuvo que saltar una reja en la planta baja y escalar 4 pisos usando las rejas de las ventanas del dormitorio principal como escalera sin hacer ruido, abrir una ventana que es difícil de abrir sin hacer ruido y además sin que yo sintiera algo, entrar por la misma, que tal vez no mide más de 40 cm de ancho, revisar lo que había en mi sala-comedor casi en penumbras, excepto por un pedazo al pie de la ventana iluminado por unos reflectores destinados a dar seguridad a los alrededores, pero que en este caso asistieron al delincuente, salir por la puerta del frente, la cual es pesada y le falta aceite, dejándola junta para que el ruido que haría al cerrarla no me despierte, bajar las escaleras del condominio, y saltar la reja de la puerta principal. Los perros que hacen coro a lo largo de las escaleras cuando entro o salgo, en completo silencio. Hay un puesto policial a media cuadra, una parada de la Metrovía al pie del condominio con su respectivo guardia, y nadie vio o escucho algo. El tipo es hábil. Un talento desperdiciado.

Después del shock inicial y un par de llamadas, reviso en caso de algo más falte. Noto que mi tablet, la cual estaba en el estuche de mi guitarra, también falta. Un amigo llega a apoyar, y vamos al UPC a poner la denuncia, y que nos guíen en el trámite respectivo. Entonces nos enteramos de que las denuncias se ponen solo en la fiscalía, pero iban a llamar al patrullero del sector para que proceda a hacer una inspección y levantar un parte. Los policías que estaban patrullando el sector llegaron después de cerca de 10 minutos, y nos acompañaron de vuelta a mi casa. Lamentablemente no había nada qué hacer, no hay evidencias ni testigos. Les consulto si vale de algo poner la denuncia, y en resumen me dijeron que puedo hacerlo, pero quedaría para las estadísticas, ya que no tengo cómo identificar al ladrón, y a menos que tenga documentación de los equipos robados, tampoco hay cómo identificar los equipos al recuperarlos, ni certificar que me pertenecen en caso de la poco probable recuperación. La laptop tenía ya 10 años, y la tablet otros 6, ambos equipos fueron importados, y a los gringos parece no importarles mucho detallar los números de serie de los equipos tecnológicos que venden. Para rematar, ambos equipos se los llevaron sin cargadores, y los cargadores de ambos equipos no son precisamente estándar, es posible que más cueste reponer los cargadores, que lo que podría sacar por equipos tan antiguos. Llegué a pensar que el ladrón podría regresar buscando los cargadores. Pero ahora aseguro la ventana.

Pongo al tanto de lo ocurrido a mis vecinos, y desde entonces poco a poco me entero de que ha ocurrido lo mismo en otros condominios del sector, e incluso en un par de ocasiones el ladrón fue visto mientras escalaba, pero alcanzó a huir, y no le vieron la cara. Y los perros no ladraron, una vez más.

En resumen, uno no está seguro ni en su propia casa, la cercanía de un puesto policial no garantiza seguridad, la iluminación no sirve si no hay quién vigile, y el ladrón, por apurado, se llevó equipos que no va poder encender, equipos los cuales yo ya había considerado cambiar por viejos. ¿La información? Todo lo importante estaba respaldado o en la nube. Lo que realmente perdí, es tiempo.

¿Y si el ladrón hubiese hecho ruido, y yo me hubiese despertado, qué pasaba? Digamos que yo lo encontraba entrando por la ventana. ¿Lo empujaba? El caía y yo iba preso por asesinato, o intento de asesinato. ¿Lo tenía que dejar pasar? Y si lo encontraba ya adentro, ¿me enfrentaba a él? En el mejor de los casos, lograba someterlo. En el peor, él estaba armado. Es frustrante saber que tal vez lo mejor fue no haber despertado.

Dejé pasar casi 2 semanas para escribir este artículo, pues necesitaba un par de cosas muy importantes para ello: cabeza fría, y una nueva laptop. Logré ambas metas, y mientras reviso lo escrito, me doy cuenta de que me ha robado otra pieza de tecnología desactualizada: un celular LG de gama media de cerca de 3 años con la pantalla trizada que dejé de usar hace unos meses... sin cargador, por supuesto. Analizando bien el inventario de la tecnología antigua que me robaron, llega un punto en que no sé quién fue más desafortunado con el robo, si yo, o el ladrón.

lunes, 24 de abril de 2017

¿A quién creerle?

Llegaron las elecciones... y pasaron las elecciones. Resultados de exit-polls diferentes dependiendo de la encuestadora. Denuncias de fraude por un lado, oídos sordos por el otro. Un proceso de recuento poco convincente, con actas extrañamente planas, y un tamaño de muestra que no afectaría para nada el resultado final, así todas las actas hubieran sido favorables al candidato de la oposición, después del recuento. Y al final, me da lo mismo, pues no confío en el candidato de gobierno (no tanto por él, si no por el círculo que lo rodea y asesora), ni en el opositor, no tanto por su ideología política, si no por lo falso que se ve, fingido, forzado, no es político pero aprendió demagogia al andar. Su compañero de fórmula es otra historia, político de profesión, busca pleito por vocación.

¿Y cómo llegamos a esto? El oficialismo aún tiene una gran aceptación del pueblo, a pesar de todo. Es fácil sobrevivir a los escándalos si no se hace investigación alguna. He visto varias publicaciones que listan los múltiples escándalos relacionados a funcionarios del actual gobierno, los cuales han tenido eco en los medios privados, pero jamás se los menciona en los medios públicos, así como al candidato opositor se lo estigmatizó como responsable del feriado bancario en los medios públicos en la más sucia de las campañas, y en los privados no se mencionaba esta supuesta relación. Uno siente que vive en 2 países distintos, o al menos en 2 realidades distintas: uno solo debe escoger el medio que se ajuste a su conveniencia o ideología para vivir tranquilo. El opio de los pueblos ahora es la comunicación: ya no escoges a qué dios seguir, ahora escoges a qué medio hacerle caso. Y de repente el pueblo enfrentado, repitiendo lo que escucha o lee en los medios, sin saber si es verdad, sencillamente si salió en las noticias, debe serlo. ¿O no?

¿Cómo saberlo? Es difícil cuando no sabemos qué pasa, cuando estamos tan ocupados en nuestro propio mundo que no nos involucramos, queremos que todo funcione bien sin contribuir en ello. Se puede pensar que pagar impuestos es hacer nuestra parte, pero no es suficiente. Nos acostumbramos a darle nuestro voto a gente que no conocemos más que por los medios, y la línea editorial de los medios está directamente influenciada por los intereses políticos-económicos de sus dueños, sin importar qué tan imparciales se intente o se aparente ser. Terminamos votando por el que dice lo que queremos escuchar, por quien se ve mejor en pantalla, por quien compró nuestro voto con regalos, por el papá de un amigo... pero no los conocemos. O peor, votamos por quienes conocemos, y sabemos que no son la mejor opción, pero mejor malo conocido, que malo por conocer. La incertidumbre nos puede hacer tomar malas decisiones... o quién sabe, buenas decisiones al final. Pero en realidad, no lo sabemos.

¿Qué hacer? Hay que involucrarse, hay que aprender a conversar de política con la gente sin fanatismos, con capacidad de reflexión y ganas de contribuir a la sociedad. La política, el arte de ganar más cediendo menos, debería estar al servicio de la sociedad, no deberían estar al servicio de unos pocos para gobernar sobre el resto. ¿Vivir de la política, es correcto? Alguna vez, en una conversación casual, cuando cuestioné este modus vivendi, me dijeron "no seas ingenuo, así es la política, una vez que se está adentro, hay que sacar todo el provecho posible". ¿El idealismo es sinónimo de ingenuidad? ¿Querer trabajar por la sociedad sin esperar que después la sociedad trabaje para mí en retribución, es ingenuo?

La democracia fue una de las mayores contribuciones de la antigua Grecia a la sociedad, pero fue diseñada para que el pueblo contribuya permanentemente, cualquiera que lo desee podía participar en la asamblea para iniciar juicios, proponer leyes, y tenía derecho a ser escuchado, sin necesidad de ser investigado ni escrutado, pues esto solo aplicaba para servidores públicos. Nuestra democracia consiste en rayar una papeleta y esperar que gente que no conocemos realmente haga lo mejor para el pueblo (o para nuestro grupo de interés), y si no, esperar 4 años para rayar otra papeleta. Esto no es democracia, es un ejercicio de relaciones públicas, un concurso de popularidad, casi un sainete. Y nos seguimos quejando de los mismo de siempre, cuando nosotros somos los que los elegimos, los que decidimos creerles. Pero en esta situación, ¿a quién creerle?