jueves, 13 de julio de 2017

Frustración

Viernes 30 de junio, 2017.

Un mensaje de WhatsApp me despierta a las 08:00. Curiosamente había dormido tan profundo que no escuché la alarma de las 07:00, tal vez gracias a una cerveza casual que había bebido la noche anterior. Era un cliente, indicándome que un recurrente problema de rendimiento del servidor se había presentado desde temprano esa mañana. Me dispongo a revisar el problema conectándome al servidor del cliente desde mi laptop personal, la cual estaba en la mesa del comedor... estaba.

Hurto
Aún medio dormido se me hace extraño no ver mi laptop personal en su lugar. Entonces dudé un poco y pensé que tal vez la había dejado en la mesita que tengo en mi dormitorio, el otro lugar usual para mencionado equipo... nada. Vuelvo a salir, avanzo a la sala-comedor, y me encuentro con el panorama completo: la puerta de entrada entreabierta, cosas fuera de lugar, billetera sin dinero, solo con papeles y tarjetas. Tampoco estaba la maleta de la laptop, pero el cargador de la misma estaba aún conectado. Pensé que había dejado la puerta mal cerrada y alguien se aprovechó de eso, hasta que me fijo en la ventana lateral de la sala: abierta, cuando dicha ventana permanece cerrada desde que los grillos fuera de estación decidieron que mi casa era un lugar confortable para su especie. Me acerco, veo marcas de zapatos en la pared, me asomo, marcas de zapatos afuera. Lo más impresionante es que el ladrón tuvo que saltar una reja en la planta baja y escalar 4 pisos usando las rejas de las ventanas del dormitorio principal como escalera sin hacer ruido, abrir una ventana que es difícil de abrir sin hacer ruido y además sin que yo sintiera algo, entrar por la misma, que tal vez no mide más de 40 cm de ancho, revisar lo que había en mi sala-comedor casi en penumbras, excepto por un pedazo al pie de la ventana iluminado por unos reflectores destinados a dar seguridad a los alrededores, pero que en este caso asistieron al delincuente, salir por la puerta del frente, la cual es pesada y le falta aceite, dejándola junta para que el ruido que haría al cerrarla no me despierte, bajar las escaleras del condominio, y saltar la reja de la puerta principal. Los perros que hacen coro a lo largo de las escaleras cuando entro o salgo, en completo silencio. Hay un puesto policial a media cuadra, una parada de la Metrovía al pie del condominio con su respectivo guardia, y nadie vio o escucho algo. El tipo es hábil. Un talento desperdiciado.

Después del shock inicial y un par de llamadas, reviso en caso de algo más falte. Noto que mi tablet, la cual estaba en el estuche de mi guitarra, también falta. Un amigo llega a apoyar, y vamos al UPC a poner la denuncia, y que nos guíen en el trámite respectivo. Entonces nos enteramos de que las denuncias se ponen solo en la fiscalía, pero iban a llamar al patrullero del sector para que proceda a hacer una inspección y levantar un parte. Los policías que estaban patrullando el sector llegaron después de cerca de 10 minutos, y nos acompañaron de vuelta a mi casa. Lamentablemente no había nada qué hacer, no hay evidencias ni testigos. Les consulto si vale de algo poner la denuncia, y en resumen me dijeron que puedo hacerlo, pero quedaría para las estadísticas, ya que no tengo cómo identificar al ladrón, y a menos que tenga documentación de los equipos robados, tampoco hay cómo identificar los equipos al recuperarlos, ni certificar que me pertenecen en caso de la poco probable recuperación. La laptop tenía ya 10 años, y la tablet otros 6, ambos equipos fueron importados, y a los gringos parece no importarles mucho detallar los números de serie de los equipos tecnológicos que venden. Para rematar, ambos equipos se los llevaron sin cargadores, y los cargadores de ambos equipos no son precisamente estándar, es posible que más cueste reponer los cargadores, que lo que podría sacar por equipos tan antiguos. Llegué a pensar que el ladrón podría regresar buscando los cargadores. Pero ahora aseguro la ventana.

Pongo al tanto de lo ocurrido a mis vecinos, y desde entonces poco a poco me entero de que ha ocurrido lo mismo en otros condominios del sector, e incluso en un par de ocasiones el ladrón fue visto mientras escalaba, pero alcanzó a huir, y no le vieron la cara. Y los perros no ladraron, una vez más.

En resumen, uno no está seguro ni en su propia casa, la cercanía de un puesto policial no garantiza seguridad, la iluminación no sirve si no hay quién vigile, y el ladrón, por apurado, se llevó equipos que no va poder encender, equipos los cuales yo ya había considerado cambiar por viejos. ¿La información? Todo lo importante estaba respaldado o en la nube. Lo que realmente perdí, es tiempo.

¿Y si el ladrón hubiese hecho ruido, y yo me hubiese despertado, qué pasaba? Digamos que yo lo encontraba entrando por la ventana. ¿Lo empujaba? El caía y yo iba preso por asesinato, o intento de asesinato. ¿Lo tenía que dejar pasar? Y si lo encontraba ya adentro, ¿me enfrentaba a él? En el mejor de los casos, lograba someterlo. En el peor, él estaba armado. Es frustrante saber que tal vez lo mejor fue no haber despertado.

Dejé pasar casi 2 semanas para escribir este artículo, pues necesitaba un par de cosas muy importantes para ello: cabeza fría, y una nueva laptop. Logré ambas metas, y mientras reviso lo escrito, me doy cuenta de que me ha robado otra pieza de tecnología desactualizada: un celular LG de gama media de cerca de 3 años con la pantalla trizada que dejé de usar hace unos meses... sin cargador, por supuesto. Analizando bien el inventario de la tecnología antigua que me robaron, llega un punto en que no sé quién fue más desafortunado con el robo, si yo, o el ladrón.

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