martes, 23 de julio de 2013

El ambientalista que hay en mí

El ambientalista que hay en mi

El domingo que pasó (21 de julio) estuve apoyando con Guayaquil en Bici en un evento llamado "Domingo de Tradiciones" en Mirador del Cerro El Paraíso, organizado por Cerros Vivos, grupo que busca conservar dicho cerro, y a la vez que la gente aprenda a valorarlo, así como ocurre con otros tantos cerros de Guayaquil que permanecen olvidados

Para los que no saben dónde queda, este cerro queda al norte de la ciudad y le da nombre a la ciudadela El Paraíso, la cual se levanta en sus faldas. Revisen este mapita por si se sienten medio desubicados todavía.


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Adoro Google Maps. No hay mejor manera de dar indicaciones. En fin, paralelo al evento ayudamos a organizar una pedaleada que salió desde el parque Forestal, hasta cerro El Paraíso. Cerca de 7 Km., con un par de paradas en el Parque La Victoria (Av. Quito y 10 de Agosto) y la Plaza Rodolfo Baquerizo Moreno (9 de Octubre y Tungurahua). En el primero nos recibió la banda de la Policía Metropolitana, y en el segundo la Asociación Cultural G.U.E.T.O. Capoeira. El buen clima nos acompañó, hasta que llegamos al pie del cerro en mención, donde la mayoría (me incluyo, qué vergüenza) se tuvo que bajar de las bicicletas debido a lo empinado de la vía de acceso al cerro, esto en la parte alta de la ciudadela.

Una vez que llegué arriba, a la parte alta del cerro, la ciudad se convirtió en solo una imagen, pues los sonidos (ruidos) característicos de la misma no llegaban hasta allá. Era raro, por la falta de costumbre, respirar aire limpio, escuchar el viento entre los árboles, las aves cantar, y el crujir de las hojas secas bajo mis zapatos. Sentí que había vuelto a mi infancia, cuando mi barrio era tranquilo y se podía cerrar las calles para jugar pelota, pues no había tanto carro. Estábamos en sucres todavía, o como dijo un pana, "aquella época cuando se podía manejar borracho".

Ya arriba hubo de todo. Sesiones de yoga gratuitas, desfile de modas en bicicleta, más capoeira, un payaso diabólico (debieron haberlo visto), niños contando cuentos demostrando mucha soltura oral, comida típica (yo me engullí un sánduche, un bollo de pescado, y un pincho de carne, todos deliciosos), un grupo musical digno de una buseta, con pasada de sombrerito y todo, hippies vendiendo artesanías (con aire a Montañita), senderismo, niños andando en bicicleta... la verdad, yo no me quería ir.

Llegó un momento en que me dije: ¿desde cuándo soy ecologista? Entonces me di cuenta que es cuestión de costumbre. De pequeño me enseñaron a no botar basura en la calle o en cualquier lugar abierto, para eso hay tachos, y si no los hay cerca, guardo la basura hasta que encuentre uno. También es cuestión de lógica, no tengo auto porque me parece un desperdicio utilizar una máquina que pesa aproximadamente 1 tonelada para movilizar un cuerpito de 70 Kg., con el respectivo desperdicio de combustible y la contaminación acústica que genera; acepto que a veces sí es necesario un auto, pero para viajar solo al trabajo todos los días, es demasiado, pierdo tiempo y dinero. por ello prefiero mi bicicleta, que es más barata y tranquila, y cuando ya es realmente necesario utilizo mi moto. Mi medio de transporte primario sigue siendo la bicicleta. No es cuestión de ser ecologista, se trata de respetar tu entorno, tu ciudad, tu planeta. Se trata de cuidar el aire que respiras, el agua que bebes, la tierra de la cual vives, haces algo por todos, y haces algo por tí. Se trata de sentido común. Pero lamentablemente a veces el sentido común parece ser el menos común de los sentidos.

Podría profundizar más en el tema, pero me han dicho que cuando me extiendo demasiado en un texto aburro. Así que tocaré más aspectos de este tema más adelante.

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