Desde la decisión de la semana pasada del gobierno de por fin explotar la reserva de petróleo del Yasuní ITT, he empezado a escuchar ambientalistas de todos lados, que no sé dónde habían estado hasta ahora. Gente en sus automóviles de motor a combustión, alimentado con combustible subsidiado, con el acondicionador de aire encendido, sobre el asfalto caliente que progresivamente cubre las calles de nuestras ciudades, pitando en cada esquina que se lo piden en contra de la explotación del Yasuní ITT. Hay algo de ironía en ello.
Ciertamente, de entrada me pareció fantasioso el proyecto. La idea es buena, incluso loable, pero bastante ingenua. Creo que ni la más genial estrategia de marketing hubiera podido sacar el proyecto adelante. Hoy en día hay países enfrentándose en diferentes ámbitos por el control del petróleo, ¿por qué iban a pagar para que una nueva fuente de petróleo no sea explotada? Quizás en un futuro cercano a la utopía podría verse ello, pero no en el contexto actual.
A pesar de los genios en marketing que tiene el gobierno y el ejército de asesores en Carondelet, nadie le supo avisar a Correa el grave riesgo que suponía el que la iniciativa no reciba el apoyo esperado. Antes de lanzar la iniciativa, creo que nadie excepto el Ministerio de Ambiente y Petroecuador sabían del famoso yacimiento. De repente se les antojó hacer pública la situación, y Ecuador recibió con agrado la idea para mantener el petróleo bajo tierra y evitar el daño ambiental. Es la idea de este gobierno que con más agrado recibió la ciudadanía, y de un plumazo dan marcha atrás, aunque los motivos sean válidos. Pues sí, me parecen válidos, si tenemos recursos naturales que pueden ayudar a financiar el presupuesto, se los debe explotar, pero con responsabilidad.
¿Qué implica explotación con responsabilidad? Inevitablemente la explotación del campo tendrá un impacto ambiental, pero se debe tener cuidado para reducirlo lo más posible. Actualmente Petroecuador tiene algunos campos de extracción en la amazonía, alrededor de los cuales se han levantado asentamientos, normalmente de los mismos trabajadores de los campamentos. Esa colonización es la que hay que evitar. Los campamentos son necesarios, y la construcción de vías de acceso será inevitable, pero las reglas deben estar claras. Se va a explotar el yacimiento petrolífero, pero no se deben construir ciudades en el parque nacional circundante. La civilización causa más estragos a la naturaleza que la explotación petrolífera. Así es, todos los días la mayoría de los ciudadanos gastan combustibles fósiles para llegar a sus trabajos, y en los mismos encienden los acondicionadores de aire para tener un ambiente idóneo de trabajo. Para los que no lo saben, menos de la mitad de la energía que usamos en nuestros hogares en energía limpia (de hidroeléctricas), la mayoría proviene de plantas termoeléctricas, que queman combustible para generar electricidad, por ello se están construyendo múltiples hidroeléctricas, para tener energía más limpia y barata.
Y para terminar, Correa no se opone a una consulta popular, siempre y cuando se cumpla los requisitos del 1% del padrón electoral. Ah, pero para cerrar los casinos, fuentes de trabajo legítimas y que contribuían con impuestos, no fue necesario recoger firmas, sencillamente lanzó la consulta, la cual mezcló con varios temas. Pero esto es un arma de doble filo, si se alcanzan las firmas necesarias para una consulta popular, ya lo imagino queriendo aprovechar la misma y decir: "entonces de una vez aprovechemos y preguntémosle al pueblo si aprueba la reelección indefinida", recordemos que el presidente tiene la potestad para consultar lo que él considere importante, según la constitución.