sábado, 13 de febrero de 2016

La (im)puntualidad de nuestra sociedad


El diccionario de la lengua española define la puntualidad como "cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida", y "cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido tiempo". Yo creo que le falta "respeto al tiempo de los demás". Sí damas y caballeros, respeto. Si quedamos en vernos en un lugar a una determinada hora, yo me organizo y aseguro de estar en el lugar y hora indicados, incluso antes, porque suelo salir con 10 minutos de sobra en caso de tener problemas con el tráfico, y no tener que ofrecer excusas por mi tardanza después. Porque se hizo un compromiso, el cual se debe cumplir. La puntualidad ni siquiera me parece una virtud que exaltar, me parece sencillamente respeto a los demás: si te enseñaron a respetar a los demás, te tienen que haber enseñado a ser puntual, no hay espacio para la duda.

¿Que soy muy drástico en mi punto de vista? Tal vez la sociedad en general es muy blanda, pues no olvidemos que el tiempo también representa dinero. En toda empresa hay la persona que llega tarde todos los días, y parece no importarle, hasta que le empiezan a cobrar los atrasos. He visto gente que cree que se puede teletransportar, organizando una reunión para las 10:00 al otro lado de la ciudad, y saliendo a la misma 5 minutos antes. Y al llegar a la reunión con 30 o 40 minutos de retraso, suelen alegar que tuvieron problema buscando parqueo. ¿Y saben que es lo peor? Que en mas de una ocasión la reunión aún no empieza, porque los demás asistentes brillan por su ausencia. Empiezan a llegar espontáneamente, cada uno más elegantemente tarde que el otro, y la reunión empieza automáticamente cuando están todos, sin ofrecer disculpas, sencillamente se hacen presentes, y con eso uno debe ser feliz. Pero yo estoy indignado, porque normalmente tengo otras cosas que hacer, y ese tiempo de espera me quita tiempo que podría estar aprovechando en ser productivo, en despachar tareas pendientes, y hacer mi trabajo como se debe.

Ahora, mi "molesta" puntualidad también me ha dado pequeñas victorias. Ya no atiendo tantas reuniones de trabajo con clientes como antes, pero los clientes que me conocen saben que si me dan una hora, yo siempre estaré puntual, así que ellos también se organizan para ser puntuales, y trabajar en los tiempos indicados. Porque yo sí les pongo mala cara a los que me hacen esperar. Y a mi sí me ofrecen disculpas, porque saben que considero el tiempo importante.

Hasta ahí, el plano laboral/profesional. ¿Y en el plano personal? Por alguna razón, para cualquier salida, cita, o evento social, nadie aparece a la hora acordada. Y no quiero ser sexista, pero he notado que a las mujeres en especial les importa un carajo a quién tienen esperando. Lo importante es salir bien arreglada. Si una mujer necesita arreglarse dos horas para más de salir a comer o ir al cine, no quiero saber cómo debe verse sin maquillaje... pero ese es tema para otro día. Existen muy honrosas excepciones, que para salir solo medio se ponen algo de color en los labios y se hacen una cola de caballo al andar, el resto es actitud ante la vida y confianza en sí mismas. Los hombres normalmente no necesitamos más que un jean y una camiseta, una acomodada de cabello, y "sanseacabó". Y lo peor es que no se dice, por ejemplo: "a las 9", sino "tiro 9", y la gente empieza a llegar a las 11... y no importa.

Pero cuando nos afecta, ahí sí somos exigentes. Estamos haciendo fila afuera del banco esperando a que abran, y amenazamos con tumbar las puertas si demoran 10 segundos en abrir. Estamos esperando el bus, y no podemos creer la ineficiencia del servicio si tenemos más de 5 minutos parados esperando a que llegue una unidad. Si pedimos un taxi y no es puntual, llamamos a la empresa de taxis cada 2 minutos a averiguar dónde está la unidad. La función del cine inicia con 2 minutos de demora, y empezamos a exigir canguil gratis. Estamos esperando que el médico nos atienda, y nos desinflamos si llega alguien de emergencia, y nos toca esperar. Pero nunca entendí por qué hay gente capaz de aguantar hasta dos horas para que las atiendan en la peluquería, a pesar de que sacaron turno. O a los que pasan horas dando vueltas en una tienda, y a la hora de pagar quieren que la cajera se apure.

Dirán que es la idiosincrasia de nuestra gente, que nacimos con el reloj atrasado, que es la "hora ecuatoriana". Pues por esas cosas de la vida, también me tocó vivir la "hora tica", y la "hora venezolana". Parece ser costumbre latinoamericana, y por no "acatar" la costumbre, me han tildado de raro, de excéntrico, de extravagante, y en son de broma, hasta de "mal educado" por hacer quedar mal a los demás. Me vale. Si se queda a una hora, hay que cumplir. ¿Es tan difícil de entender el concepto? No vengan a preguntarse después por qué no salimos del tercermundismo.



3 comentarios:

  1. Interesante. Modestia a parte en 30 min estoy lista ��

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  2. Excelente artículo. Es una pena que tengamos que lidiar con esa rudeza.

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  3. Es la verdad, a la gente le encanta teletransportarse, creo que lo toman como un deporte extremo, además la gente siempre se acomoda a su conveniencia incluso en el ámbito laboral, me ha tocado asistir a reuniones citadas a las 9am y empieza a las 10:30 porque la gente no termina de llegar, así no se puede progresar.

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